Aún así, muchos somos capaces de adorarlos. Adorar el pensamiento de algunos por muy extremista que sean. Cerramos los ojos y nos imaginamos a nuestro propio justiciero interior luchar contra el mal. Nunca fallamos, siempre ganamos. No obstante, para ser héroe, en algún momento de tu pasado, tienes que haber sucumbido al terror. ¿Tus padres muertos de la peor manera dejándote una fortuna inmensa? ¿Has sido objeto de experimentos del gobierno? ¿ No eres de este planeta? Llama si ese es tu caso.

Pero en realidad y por ello somos humanos, hay villanos que también nos hacen sonreír maquiavélicamente. Sentir un cierto regustillo de satisfacción cuando hacen algo malvado y sueltan también esas frases cortas en plan: "Introduce algo de anarquía, altera el orden establecido y el mundo se volverá un caos. Soy un agente del caos. ¿Te digo algo sobre el caos? Es justo".Nos gusta complicarnos, el caos que ellos necesitan como una droga. Tan adictivo y satisfactorio.Yo, por mi parte, desde el punto de vista de mi morbo personal, disfruto con esos que obtienen un gran poder y a medida que lo van desarrollando y consiguiendo sus metas justicieras (al menos en un principio), se vuelven literalmente locos. Evolucionan del nivel héroe puro al villano relativo que nos hace cuestionarnos si nosotros actuaríamos igual en su caso. Y digo relativo porque
intentan reconstruir el mundo a su imagen y semejanza, pero la mente humana no es perfecta y ellos caen en un abismo más profundo que el de los que tienen que pagar por sus errores. Y vuelvo a preguntar. ¿Qué harías con tanto poder para cambiar el mundo? ¿Serías lo suficientemente valiente, inteligente y emprendedor cómo para a parte de ser un justiciero, ser consciente de qué fallarás por ser humano? Eso es lo que le ocurre a Kira. El poder lo corrompe. Lo convierte en inhumano, pese a sus insistencias de alcanzar un mundo puro.

O Lelouch. Me encantaría revelar cosas del final de este fascinante manga/anime (por el simple hecho de que difiere bastante de lo que comunmente nos esperamos), pero no puedo porque sé que muchos vendríais a acabar conmigo como buenos héroes corruptos que sois. Pero de todos modos, debo añadirlo a la lista de justicieros tocados por la mano divina de un gran poder, no obstante, susurrado a su oído por los errores humanos. No me queda más que recomendarla y citar algo suyo.

Ya veis, no tenemos escapatoria. No podemos conseguir ser el héroe perfecto del mundo, pues no hay humanos perfectos. ¿Nuestra salvación? Nacer siendo dioses, algo que siento desilusionaros, es imposible.
Completamente de acuerdo con la genial entrada, y de fantástica guía a la hora de estructurar uno de esos tan queridos protagonistas heroicos...
ResponderEliminarEl artículo me ha sabido a pura sincronía contigo, precisamente, en la obra que estoy trabajando ahora, uno de sus subtítulos clama: "De cómo los buenos no son tan buenos, ni los malos son tan malos".
Al final, es un gusto trabajar con esos personajes o al menos sentirte entre ellos. Al final son los que más humanos parecen.
Porque se quiera o no, nosotros somos así. Tenemos nuestras motivaciones y existe esa posibilidad de que las motivaciones nos acaben absorviendo.